El proyecto surge del contexto, ubicándose en la periferia de la ciudad de Puerto Madryn, una zona que creció a partir de la necesidad de familias de bajos recursos que se expandieron hacia el exterior. Teniendo en cuenta este crecimiento precario que con el tiempo se consolidó, se buscó una idea que representara ese contexto, desde la materialidad y el concepto de diseño.
El programa es sencillo: una pareja joven sin hijos que vive con lo mínimo en un solo nivel, pero sin perder la sensación de hogar, refugio, estética y funcionalidad. Los materiales utilizados reflejan la situación del barrio y la experiencia de esta familia que solo busca un techo, además de abaratar costos de construcción.
El bloque visto junto con la estructura desnuda e invertida modulan los espacios; estas vigas invertidas resaltan la modulación desde el exterior y a su vez generan vanos de iluminación de piso a techo. El acceso a la vivienda se encuentra retirado del frente, compartiendo el acceso con el garaje, lo que evita el contacto directo con la calle. Para evitar la necesidad de poner rejas, se utilizan los mismos bloques, diseñando un cribado que crea la sensación de refugio sin encerrar. Entre la calle y la vivienda se deja un espacio ajardinado que funciona como colchón programático. El acceso al terreno y a la vivienda se realiza a través de una carpintería de chapa pintada de color amarillo, en contraste con el resto.
Este proyecto abraza la idea de la simplicidad y la comodidad. Sus materiales, cuidadosamente seleccionados, no solo narran la historia del barrio, sino que también encarnan la esperanza y la perseverancia de quienes la llaman hogar.